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Galería

 

Los nuevos valores en la plástica.
La joven arquitectura, la joven pintura y la joven escultura.

Conferencias pronunciadas en 1955 en El Colegio Nacional

Introducción

La colección de documentos sonoros de la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del Instituto Nacional de Bellas Artes incluye audios de algunas de las conferencias pronunciadas en 1955 por el pintor Diego Rivera en El Colegio Nacional tituladas: Los nuevos valores en la plástica. La joven arquitectura, la joven pintura y la joven escultura.

El valor patrimonial de las grabaciones radica en que son testimonio de las conferencias que efectúo en 1955 El Colegio Nacional de forma gratuita. Además, son evidencia de los planteamientos y conclusiones del pintor después de una serie de estudios que llevó a cabo durante varios años como miembro de esa institución.

Descripción física de los discos analógicos donde se realizó la grabación original.

• Discos originales de corte directo.
• Material: laca con base de aluminio.
• Dimensiones: 30 cm.
• Velocidad: 33 1/3 rpm.
• Audio: Monoaural.

La digitalización se realizó de acuerdo a normas internacionales, en archivos .wav/BWF a una resolución de 96kHz/24bits.

 

 

 

Diego María Rivera y Barrientos nació en la ciudad de Guanajuato, Gto., el 8 de diciembre de 1886. Hijo de maestros de escuela, las primeras letras las aprendió en su hogar, y continuó la instrucción primaria en la escuela de la calle de Cantarranas de su ciudad natal. A los seis años de edad se estableció con su familia en la Ciudad de México (1892), en donde continuó su educación escolar hasta 1897, año en que comenzó a asistir a las clases de dibujo nocturno en la Escuela Nacional de Bellas Artes de San Carlos como discípulo de don Andrés Ríos.

Abandonó la escuela en 1902, inconforme con el sistema de enseñanza de la pintura, y la sustituye por el campo. De esa etapa son algunos dibujos al modo académico y los cuadros La Castañeda, Paisaje de Mixcoac y La era, influidos en cierto modo por Velasco y en parte modernistas. En 1907 presentó su primera exposición y ganó una beca a Europa. Trabajó en la Academia de San Fernando de Madrid, al lado de Chicharro. Volvió a México en octubre de 1910 y regresó a París en julio de 1911. Tras una breve incursión en el puntillismo, de 1912 a 1917 se afilió a la escuela del cubismo. De 1918 es su Autorretrato a lápiz.

Se reintegró al país en septiembre de 1921. Al año siguiente pintó a la encáustica el nicho y el muro de fondo del Anfiteatro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoria. De 1923 a 1928 pintó al fresco los muros de los corredores del recién estrenado edificio de la Secretaría de Educación Pública. En 1926 y 1927 interrumpió su trabajo en la Secretaría para decorar al fresco el Salón de Actos de la Escuela Nacional de Agricultura, antigua capilla de la ex hacienda de Chapingo, en el Estado de México. En la escalera de uno de los grandes edificios de la Escuela realizó otras pinturas.

Entre 1929 y 1930 decoró el Salón del Consejo del Departamento de Salubridad y la logia del Palacio de Cortés en Cuernavaca, obra patrocinada por el embajador norteamericano W. Morrow.

En 1930 expuso su obra de caballete en el Palacio de la Legión de Honor de California, en Estados Unidos, y al año siguiente trabajó en el Luncheon Club del San Francisco Stock Exchange, en la residencia Stern y en la California School of Fine Arts. En 1931 expuso en el Museo de Arte Moderno de Nueva York; en 1932 hizo la escenografía para el ballet H. P. de Carlos Chávez, pintó el retrato de una ciudad industrial en el Detroit Institute of Fine Arts, y en 1933 trabajó en el Rockefeller Center de Nueva York, en un mural que fue destruido. Al terminarse el Palacio de Bellas Artes, en México, Rivera ejecutó en el primer piso del foyer (1934) el mural que no se le permitió terminar en Nueva York. En 1929 había iniciado la decoración del cubo de la escalera del Palacio Nacional; la terminó en 1935, al cabo de varias interrupciones.

En 1936 pintó cuatro tableros para el Hotel Reforma. Hasta 1940 no hizo sino pintura de caballete, género que nunca dejó de practicar. De ese periodo, entre muchísimos otros cuadros, son el Retrato de Lupe Marín (1938), Bailarina en reposo y Danza de la tierra (1939). En 1940 pintó un mural para la Golden Gate International Exposition de San Francisco. En 1943 decoró el cabaret Ciro’s del hotel Reforma e inició dos tableros para el Instituto Nacional de Cardiología, que terminó al año siguiente. En 1944 reemprendió la decoración del Palacio Nacional, ahora en los corredores del primer piso del patio central. En 1947 y 1948, bajo el título de Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, volvió a resumir la historia de México, esta vez a partir de anécdotas, en un largo tablero dispuesto en el comedor del que fuera el Hotel Del Prado.

En 1951 pintó con poliestireno el cárcamo de Dolores, destinado a recibir el agua del sistema del alto Lerma. Un año antes se había presentado en el Palacio de Bellas Artes una gran exposición retrospectiva del artista. En los últimos años de su vida realizó en mosaico el frontis del estadio de la Ciudad Universitaria y la fachada del Teatro de los Insurgentes; viajó a la URSS por segunda vez; organizó una nueva exposición con temática soviética; viajó a Guadalajara y prometió hacer allí un mural si se cambiaba el nombre a Ciudad Guzmán por el de Zapotlán de Orozco. Ya muy enfermo, pasó una temporada en Acapulco, donde pintó una serie de crepúsculos.

Diego Rivera —cuyo propósito fue “ligar un gran pasado con lo que queremos que sea un gran futuro de México”, como él mismo dijo en alguna ocasión— tomó posesión como Miembro Fundador de El Colegio Nacional el 15 de mayo de 1943. Murió en la Ciudad de México el 24 de noviembre de 1957. Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores.

 

 

 

PRIMERA CONFERENCIA

Diego Rivera explica al público la forma en que abordará el ciclo de conferencias. Anuncia que examinará la teoría y la práctica del arquitecto José Luis Hernández Mendoza y posteriormente alternará un arquitecto, un pintor, un escultor, un grabador.

Yo procuraré presentar a ustedes los hechos de una manera clara para que no sea un dictado desde una cátedra del Colegio Nacional sino una presentación de ejemplos para que el raciocinio y la sensibilidad de ustedes puedan juzgar libremente la obra de los que ya empiezan por fortuna a construir una expresión nacional, que de tan nacional tiene las características necesarias de universalidad.

Diego Rivera


 

SEGUNDA CONFERENCIA

Comentarios sobre la pintura cubista y la arquitectura moderna

En 1928, los mejores arquitectos modernos se reunieron en Berlín para asistir a un simposium en el que tomaron parte arquitectos holandeses, daneses, escandinavos, austriacos, todos los de la Europa central. Yo me encontraba en esa ciudad. Unos estudiantes norteamericanos (es decir jóvenes arquitectos becados) consultaron a los participantes quién era el mejor arquitecto moderno, y los asistentes al simposium resolvieron que el padre de la arquitectura moderna y el mejor de los arquitectos modernos era Frank Lloyd Wright.

Diego Rivera


 

TERCERA CONFERENCIA

Sobre la teoría Técnico-Escénica-Psicológica y la práctica del ingeniero arquitecto José Luis Hernández Mendoza.

Esta teoría tiene como meta lograr para el hombre el máximo de bienestar tanto físico como psíquico, considerándolo en su verdadero valor como un ente compuesto de mente y espíritu en toda su compleja integridad y en plena actuación dentro de los escenarios o ambientes creados por el arquitecto, tratando de aprovechar todos los recursos que aporta la ciencia de acuerdo con la técnica más estricta en unión de la valiosa contribución, tanto del arte como de la psicología, formando así un triángulo armónico de equilibrio.

José Luis Hernández Mendoza


 

CUARTA CONFERENCIA

Exposición de la teoría del arquitecto José Luis Hernández Mendoza Rivera dedica parte de la sesión a la lectura de la teoría Técnico-Escénica-Psicológica. Teoría e historia, y obras realizadas con la misma y comenta el escrito del arquitecto Hernández Mendoza.

Esta teoría sustenta como misión muy interesante la de exigir una perfecta composición espacial con alta calidad técnica y plástica que satisfaciendo una detallada investigación y un programa de necesidades y programa arquitectónico exigente y minucioso, así como un riguroso diagrama de organización y de funcionamiento, se adentra de lleno en el complejo e interesante aspecto psicológico, tratando de estudiarlo en toda su integridad y en forma eminentemente realista, fuera de literatura vana, contribuyendo en forma estrecha y valiosa la ciencia y el arte con sus enormes recursos.

Diego Rivera


 

QUINTA CONFERENCIA

Exposición y comentarios sobre la producción arquitectónica de Hernández Mendoza.

En 1951 fui llamado para formar parte del grupo de técnicos encargados de estudiar el proyecto de conjunto de la Ciudad Politécnica, siendo posteriormente encargado del proyecto y realización de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica; después de tomar en cuenta su tradición, sus diversas etapas históricas y evolutivas y conocer al detalle su plan de estudios en vigor, así como las mejoras que se tienen proyectadas en cuanto a su organización y funcionamiento futuro, en vista del creciente impulso que han tenido en la técnica y la industria en México, enmarcando la necesidad de la alta preparación de profesionistas en estas especialidades. Una vez adentrado en todos sus problemas y luego de palpar en pleno funcionamiento el ambiente del actual recinto de la ESIME (y de ser asesorado por diversos especialistas de las distintas carreras y tomar en cuenta su psicología promedio), empecé a esbozar el proyecto a través de numerosísimos y detallados ensayos en los que se analizaron a conciencia todas las posibilidades de soluciones, cada una de ellas con sus ventajas y desventajas. Por rigurosa eliminación se fueron seleccionando las de más alta calidad hasta encontrar soluciones óptimas que permitieron llegar al partido arquitectónico fundiendo las características mejores de los proyectos estudiados.

José Luis Hernández Mendoza

 

Ahora voy a presentar a ustedes la prueba plástica, la prueba material, de lo asentado por el arquitecto Hernández. Va hacia la arquitectura para beneficio de la humanidad, algo que puede ser extensible a toda actividad humana, lealtad para el oficio y lealtad para la profesión, para bien de la humanidad

Diego Rivera


 

SEXTA CONFERENCIA

Así que me voy a ver obligado a cambiar un poco el programa. Vamos a proyectar algunos aspectos de maquetas y algunos detalles de obras del arquitecto Hernández para ejemplificar la actitud característica de él, que lo es también de sus discípulos, pues el arquitecto Hernández es maestro de Composición del Politécnico. Se ha formado ya un grupo muy interesante de arquitectos jóvenes que adoptan los puntos de vista de él, pero cada uno con su personal originalidad.

Diego Rivera


 

SÉPTIMA CONFERENCIA

Hicimos notar que en la arquitectura —matriz natural de todas las otras artes plásticas—, se ha manifestado la misma canalización doble de todo el siglo XIX y lo que va del XX. Hicimos hincapié en el quincuagésimo aniversario de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, para recordar cuál ha sido la arquitectura de esos arquitectos que tienen 50 años de asociados. Y ateniéndonos a los hechos exactos hubimos de constatar que en la arquitectura, como en todas las otras manifestaciones del arte de México, hay dos tendencias, perfecta y desgraciadamente separadas: la tendencia que proviene de lo que el pueblo hace para el pueblo y la tendencia de lo que las clases que se llaman ricas —que son en realidad, las clases explotadoras—, hacen para mejor explotar al pueblo y mejor complacerse a sí mismas.

Diego Rivera


 

OCTAVA CONFERENCIA

En las conferencias recientes hemos analizado los casos positivos de una arquitectura con todas las características actuales, no sólo en el programa, no sólo en sus materiales, sino en todas las circunstancias que actualmente rodean a la construcción en relación con el adelanto industrial. Y dijimos que sin crear nada artificial, sino simplemente enraizando en nuestro suelo la obra arquitectónica se lograría una expresión nacional. Dimos, como ejemplo —en mi opinión, irrebatible, no porque no sea criticable, puesto que toda obra de arte lo es, sino por lo positivo—, el trabajo del arquitecto Hernández.

Diego Rivera


 

 

 

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