1917, 11 de diciembre Nace Dámaso Pérez Prado en Matanzas, Cuba.
1923 A los 5 años ya toma clases de piano en la academia de la maestra María Angulo. Siendo aún adolescente se gradúa como profesor de este instrumento.
1939 El flautista cubano Antonio Arcaño graba un danzón titulado Mambo. Cada vez que este músico pedía a su orquesta que metiera más ritmo, gritaba: “Mil veces mambo”. Es uno de los antecedentes de Pérez Prado.
1941 Se instala en La Habana, en donde trabaja con la banda del cabaret Pennsylvania, y con orquestas como la de Paulina Álvarez. Crea su propia charanga, es decir, una orquesta con violín y flauta.
1942 Entra a tocar a la famosa Orquesta Casino de la Playa y con la Cubaney, del trompetista Pilderot.
1947 Ninón Sevilla, de viaje por Cuba, escucha tocar el piano a Pérez Prado y se interesa por su música. Fue una de las primeras en impulsar su carrera.
1948 Llega a vivir a la Ciudad de México, invitado por el cantante Kiko Mendive. Es influido por la música del director de orquesta mexicano Arturo Núñez. Anteriormente, en Cuba, ya había grabado sus primeros mambos, aunque sin el sello característico que adquiriría en México.
1949 Graba su primer disco en la RCA Víctor con dos canciones: Qué rico el mambo y Mambo no. 5, el cual se convirtió en un éxito inmediato. Actualmente en la página de cine IMDB hay registro de 125 películas con música de Pérez Prado, desde Coqueta (1949), hasta Transformers (2015).
1951 Organiza su orquesta conformada por músicos mexicanos, la cual se integraba por pailas, bongó, tumbadora, trompetas, saxofón, piano, bajo, batería y percusiones cubanas. Llama a trabajar con él a Benny Moré. Kiko Mendive lo convence para que viaje a Estados Unidos, en donde logra un gran éxito. En este año, el arzobispo de Lima, Perú, excomulgó a las personas que bailaran mambo y condenó a la Coca-Cola por apoyar un concurso de mambo. Miguel Ángel Builes, obispo colombiano prohibió la absolución a las personas que bailaran este ritmo.
1954 Se instala en Los Ángeles. Graba The King of Mambo. En esta ciudad contrata a músicos que anteriormente habían trabajado en la orquesta de Jimmie Lunceford. Por petición del productor de la RCA, Hernán Díaz, compone su Voodoo suite, para grabarla Pérez Prado reúne una orquesta compuesta por cuatro saxofones, seis trompetas, tres trombones, un corno, un bajo y siete percusiones. Presenta su espectáculo Mambo jumbo en el Shrine Auditorium con Tito Rodríguez y Chico O’Farrill. En ese mismo año también se presenta en Japón, creando una moda de mambo japonés. Silvana Mangano baila este género en la cinta Mambo (1954), y Prado, entusiasmado, le dedica un mambo a la estrella italiana.
1956 Brigitte Bardot baila mambo en la cinta Y Dios creó a la mujer, de Roger Vadim, cinta fundamental para la Nouvelle Vague.
1958 Lanza su éxito Patricia.
1960 Federico Fellini usa el tema Patricia en su cinta La dolce vita.
Años 60 Prado innova su estilo, combinando el mambo con el twist.
1962 Crea un ritmo: el dengue, y graba algunas piezas en este género. Prado no sólo es el padre del mambo, también innovó con géneros como el suby, el ja, el pau, el mene, la culeta, el rockambo y la chunga, por mencionar algunos.
1963 Compone una obra sinfónica: Suite exótica de las Américas.
1965 Graba en México su Concierto para bongó, con el que, a la manera de Dizzy Gillespie, realiza largas improvisaciones de percusiones. El disco, una suite con cuatro movimientos de 17 minutos de duración, sale a la venta en los Estados Unidos en 1967.
1967 Vuelve a instalarse en México. El musicólogo colombiano Sergio Santana halló un documento de este año en el que Prado solicita la naturalización estadounidense.
1981 Se nacionaliza mexicano. En este año estrena, en la obra de teatro Son, de Juan Ibáñez, su arreglo de Décima muerte, de Xavier Villaurrutia.
1989, 14 de septiembre Muere en la Ciudad de México.
Información basada en los libros:
Leymarie, I. Cuban Fire. La música popular cubana y sus estilos. Madrid: Akal. Colección Músicas del mundo, 13. 2005.
Santana Archbold, S., Pérez Prado ¡Qué rico el mambo! Ediciones Santo Bassilón. Medellín, 2017.