Pionera de la grabación de campo
en México
Henrietta Weiss, mejor conocida como Henrietta Yurchenco, nació en New Haven, Estados Unidos, el 22 de marzo de 1916. Proveniente de una familia de refugiados ucranianos, heredó un amplio bagaje cultural. Desde los diez años tomó clases particulares de piano y, más tarde empezó a frecuentar los lugares de esparcimiento de los jóvenes estudiantes de la Universidad de Yale, en su ciudad natal. En este ambiente intelectual de los años veinte Henrietta conoció a Basil Yurchenco, un joven estudiante de arte que más tarde se convertiría en su esposo. Él sería una gran influencia en la manera en que Henrietta apreciaría la música, la pintura y la antropología.
A los veinte años, la joven se dirigió a Nueva York a completar sus estudios musicales en el vertiginoso ambiente artístico y cultural de la época. Aproximadamente un año después de su llegada se casó con Basil Yurchenco, de quien tomaría el apellido que la acompañaría toda su vida. Basil integró a Henrietta al círculo de intelectuales radicados en la Gran Manzana, tales como Arshile Gorky, un jovencísimo Leonard Bernstein, y Aaron Copland, por mencionar algunos, y la propuso para que ocupara una vacante de productora en la estación de radio WNYC, radio pública que pertenecía a la alcaldía de Nueva York.
En este lugar Henrietta descubrió su talento para compartir con el auditorio de la emisora lo más reciente de la música internacional y lo más destacado de la música folclórica de todo el mundo. Yurchenko organizó por primera vez festivales de música internacional, con intérpretes y orquestas radicados en Nueva York, que son transmitidos en vivo. También presentó a los compositores de música clásica y jazz recién egresados de universidades y totalmente desconocidos, tal es el caso de Leonard Bernstein. Su reputación como seria productora de programas musicales hizo posible la presentación del pianista, compositor e investigador Béla Bartók en el programa “Compositores de hoy y mañana”, así como del reconocido director Otto Klemperer. Sin duda, la emisión que definió el gusto y la vocación de Yurchenco por la música folclórica y tradicional mundial fue “Aventuras en la música”, primer programa en el mundo en el que se interpretó música procedente de todos los continentes, incluyendo la música folclórica estadunidense, nunca antes presentada en un medio de comunicación.
Es en esta búsqueda de la raíz musical internacional que el matrimonio Yurchenco conoció al pintor oaxaqueño Rufino Tamayo, quien en esa época vivía en Nueva York en un pequeño departamento, acompañado de su esposa Olga. Tamayo hablaba con tanta vehemencia de la tradición cultural oaxaqueña, y mexicana en general, que convenció a los Yurchenco de realizar con ellos un viaje a Oaxaca y al resto del país. Son principios de los años cuarenta, con la Segunda Guerra Mundial haciendo estragos entre la comunidad judía rusa y con la persecución del FBI a los intelectuales considerados de tendencia comunista. Un panorama más que apropiado para una especie de exilio voluntario de Henrietta y Basil.
Ya en México, en 1942, Yurchenco recibió una carta de John H. Green, un ingeniero de sonido conocido en Nueva York, quien le compartió su interés por viajar a la Ciudad de México con su grabadora para realizar trabajo de campo en algún sitio cercano. Yurchenko conoció al rector de la Universidad de San Nicolás de Hidalgo, en Michoacán, Victoriano Anguiano Equihua, quien se entusiasmó con la propuesta de grabar la música de los pueblos indígenas michoacanos. Es así como Henrietta y John Green realizaron las primeras grabaciones de campo en Michoacán, en las que registraron cantos purépechas en Pátzcuaro y la zona lacustre. Esta primera incursión de Yurchenco en la tradición musical mexicana causó un gran revuelo entre la comunidad intelectual de la época, pues antes que ella nadie había grabado la música tradicional de ningún pueblo indígena. La aprendiz de etnomusicología tuvo que dar una conferencia a este respecto en la Biblioteca Benjamin Franklin, detallando las experiencias de su viaje a Michoacán, auspiciada por la Escuela de Antropología. Después de esto le empezaron a llover ofertas de trabajo. Por ejemplo, a través del fotógrafo Bernardo Reyes, mano derecha del gobernador de Chiapas, y de Alfonso Caso, director del INAH, le ofrecieron realizar un viaje por el Istmo de Tehuantepec y a Tuxtla.
Tras algunos meses de estancia en el país, y fascinada por los relatos sobre los indígenas, su música y sus bailes, Henrietta se convirtió en la pionera en grabar discos sobre este tipo de expresión al integrarse a un proyecto cultural internacional, coordinado por el doctor Manuel Gamio, en ese entonces director del Instituto Indigenista Interamericano, cuyo fin era la recopilación de música indígena latinoamericana.
El Instituto Indigenista Interamericano tuvo a su cargo la coordinación y organización del proyecto, en el que también participaron la Biblioteca del Congreso de Washington y la Secretaría de Educación Pública de México. Henrietta Yurchenco fue nombrada jefa de la expedición efectuada entre 1944 y 1946 para registrar la música y las sonoridades de comunidades coras en Nayarit, huicholes en Jalisco, tzeltales y tzotziles en Chiapas, seris y yaquis en Sonora y rarámuris en Chihuahua. También viajó a Guatemala para realizar grabaciones entre las comunidades quiché, kekchí, ixil y tzutujil. Las grabaciones fueron realizadas con la tecnología rudimentaria de la época, directamente sobre discos llamados de “corte directo”. Al concluir la grabación se obtuvieron 262 discos de base de aluminio y cubierta de laca que fueron producidos y entregados por la Biblioteca del Congreso Estadunidense al Instituto Indigenista Interamericano y al Departamento de Música de Bellas Artes de México. Los discos pasaron posteriormente a formar parte de la colección del Cenidim del INBA (132 soportes) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (130 soportes). El resultado de dicho proyecto sería una valiosa colección de documentos sonoros, únicos en nuestro país, producidos en los años cuarenta del siglo pasado y que actualmente se encuentran resguardados en las bóvedas de conservación de la Fonoteca Nacional y en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Según los estudiosos del tema, las grabaciones de Henrietta Yurchenko corresponden a un momento histórico, social, cultural, institucional y tecnológico específico, único y evidentemente irrepetible. En los siguientes treinta años, Yurchenco regresó varias veces a nuestro país y volvió a grabar música del Istmo de Tehuantepec y de los purépechas de Michoacán, con un mejor equipo y más recursos otorgados por el gobierno federal. Después de su estancia en México, Henrietta Yurchenco empezó a viajar por el norte de África para Investigar la música judío-sefardí de España, Islas Baleares, Marruecos e Israel. De toda esta experiencia se editó un disco con las grabaciones realizadas por casi diez años para la compañía Folkways Records. Es la década de los cincuenta. En el ámbito de la comunicación condujo, entre otros, el programa radial Folk Music of Abroad, para la estación WBAI y para las estaciones de Pacífica Radio, así como Music of Many Lands para la estación de radio Heritage National Network. A mediados de los cincuenta, Henrietta se separa de su esposo Basil. Antes de embarcarse nuevamente a Europa, deja a su pequeño hijo Peter bajo la custodia del papá.
A mediados de los sesenta, Kurchenco regresa a América motivada por la música de origen africano en el Caribe. En 1967 realiza un recorrido etnomusicológico por Puerto Rico. En esa misma década, la investigadora estadunidense realiza un viaje por la Europa del Este, un poco para desentrañar sus orígenes soviéticos. Primero recorre Rumania, en donde participa en las reuniones del Consejo Internacional de Música Folclórica. Después desciende un poco y rápidamente registra las manifestaciones musicales barrocas y tradicionales de Austria, Checoslovaquia, Alemania y de Italia. En los años setenta fue a Sudamérica para grabar música de las comunidades negras de la costa de Colombia, así como música infantil de Ecuador.
La década de los ochenta fue para la maestra Yurchenco una década de reconocimientos por todo el mundo, la mayor parte del tiempo fue invitada por gobiernos e instituciones civiles a participar en conferencias y congresos dedicados a la música tradicional, folclórica e indígena de todos los continentes. En esa época realizó sus últimas grabaciones de campo en la India, Irlanda, Japón, Corea y Argentina.
En 2004 fue homenajeada en México, en el Palacio de Bellas Artes, donde presentó un libro sobre su vida y un disco compacto con algunas de sus grabaciones de campo.
La maestra Yurchenco escribió los siguientes libros: “La vuelta al mundo en ochenta años: una odisea musical” MRI 2003 (autobiografía), “En nuestras propias voces: Mujeres en la tradición judeo-cristiana. Canciones e historia”, “Hablamos! El habla puertoriqueña”, Praeger, 1971, “Un poderoso y difícil camino: la historia de Woody Guthrie”, McGraw-Hill, 1970, “Canciones de fiesta de Latinoamérica y España”, Putnam’s Sons, 1966.
Henrietta Yurchenco murió el 10 de diciembre de 2007 en Manhattan, Nueva York, contaba con 91 años de edad.