Luis Herrera de la Fuente

Marcos José Luis Herrera de la Fuente nació en la Ciudad de México, el 25 de abril de 1916. Falleció el 5 de diciembre de 2014. Director de orquesta, paleógrafo musical, compositor, pianista, violinista, narrador y creador de instituciones y orquestas. Una de las figuras más importantes de la cultura mexicana del siglo XX.

Su padre había estudiado violín y, junto con su abuelo, cantaban, según decían, con voz excepcional. Inició su formación musical formal en 1924 (tomando clases de piano con María Olvera, Modesto Sáenz y María Teresa Elorduy), en la Academia Beethoven de Texcoco. En 1930 ingresó a la Facultad de Música (en un principio así se llamó) de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde estudió composición musical con Estanislao Mejía, José F. Vázquez y finalmente con Rodolfo Halffter y paralelamente tomó clases en la Academia Johann Sebastian Bach del maestro Carlos del Castillo. En 1932 estudió violín con Luis G. Saloma.

En 1934 comenzó a estudiar canto con David Silva, en 1947 con Jesús Mercado. En 1948 empezó el estudio de la dirección de orquesta con Sergiu Celibidache, quien lo vio en México al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigiendo el estreno de su obra Dos movimientos para orquesta. Se presentó en el camerino después de la función, lo señaló y le dijo: “Usted es director de orquesta, todo lo que hizo fue erróneo, pero aun así, la orquesta estuvo con usted, con su batuta. Esta es la condición esencial del director; no importa lo que haga, los músicos van con él”, y ofreció darle clases. En noviembre de 1950 se embarcó rumbo a Europa para intentar ser alumno de Hermann Scherchen, quien finalmente aceptó a Herrera de la Fuente después de que este pasara una dura prueba que incluía aprenderse de memoria La historia del soldado de Stravinsky. El mexicano fijó su residencia en Zúrich, Suiza.

Aunque se interesó en la literatura (fue amigo de juventud de Rubén Bonifaz Nuño, de Juan Rulfo, de Miguel Guardia y de Juan José Arreola) y en la arquitectura, terminó por dedicarse a la música. Tuvo un ligero y fugaz acercamiento a la musicología cuando trabajó con Baltasar Samper y Jesús Bal y Gay y transcribió, entero, el Códice del Convento del Carmen con música del siglo XVII, pero lo atrajeron la batuta y el podio.

A mediados de los 50 se comentaba en los pasillos y en la sala principal del Palacio de Bellas Artes que el maestro Herrera de la Fuente era un músico muy progresista, versátil y vanguardista. Después de fuertes problemas políticos y administrativos, Luis Herrera de la Fuente pide la suspensión del personal de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) y somete las plazas a concurso con un aumento salarial.

Es así que comienza con la titularidad de una orquesta renovada. Para 1958 Herrera de la Fuente se llevó de gira a la OSN a Bruselas, París, Londres y Nueva York, al Carnegie Hall. El programa para dicha gira se constituyó con música mexicana, encabezado por el Huapango de Moncayo.

En los más de setenta años de su carrera profesional desempeñó en distintos campos una importante labor en el desarrollo musical de su país como creador de instituciones musicales, como compositor y como director titular de varias de las principales orquestas sinfónicas mexicanas; entre otras, la Orquesta Sinfónica Nacional (de la que fue titular durante 18 años), las orquestas sinfónicas de Minería, de Xalapa, de Jalisco y la Juvenil del Estado de Veracruz. Fue promotor de instituciones como la Orquesta de Cámara de Radio UNAM, la Orquesta de Cámara del INBA, la Filarmónica de las Américas, el Instituto Superior de Música del Estado de Veracruz, la Fundación para la Grabación de Música Mexicana y la Sinfónica Juvenil de Veracruz. Esta última obtuvo, en 2003, el Diploma Anual de la Crítica Especializada como el Mejor Conjunto Musical del Año.

Sus grabaciones de música orquestal mexicana, principalmente las que realizó con la Orquesta Sinfónica Nacional, son referencia obligada para el público que desee adentrarse en el repertorio nacional.

Fue titular de tres orquestas fuera de su país natal: sinfónicas de Perú, Chile y Oklahoma Symphony Orchestra. Dirigió más de cien orquestas en varias de las principales ciudades de Europa, Norteamérica, América Central y Sudamérica, en Israel y en Nueva Zelanda.

Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes, otorgado por el gobierno de México en 2005.

Homenaje nacional organizado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y por el Gobierno de la Ciudad de México, en el que le fue entregada la Medalla de Bellas Artes (1996).

Miembro de número del Seminario Mexicano de Cultura, que en 2003 le concedió la medalla de oro José Vasconcelos.

En mayo de 2011 dirigió la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y estrenó tres obras de su autoría: el Concierto para piano y orquesta, el Concertante para violonchelo y orquesta, y la Sinfonía número 2.

Es autor del libro autobiográfico La música no viaja sola (Fondo de Cultura Económica), del ensayo Música y vida (publicado en el libro Pensamiento moderno de México, de Editorial Porrúa), y de Notas falsas, editado inicialmente por Breve Fondo Editorial y, en segunda edición, por la Universidad Autónoma Metropolitana.

Entre los reconocimientos que recibió destacan la Medalla Bellas Artes, la Medalla al Mérito Ciudadano otorgada por la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México, y el Premio Nacional de Ciencias y de las Artes de México. Es doctor Honoris Causa en Artes y Humanidades por la Universidad de Oklahoma y por la Universidad de las Américas. Caballero de la Orden del Rey Leopoldo de Bélgica. Es el primer personaje de la música en haber recibido la Presea Cervantina, en 2010.

Algunas de sus obras más destacadas son Fantasía en do menor, Preludio breve en do menor, Dos movimientos para orquesta, el ballet La estrella y la sirena, el ballet Fronteras, el Preludio a Cuauhtémoc, la Sonata para cuerdas, la Sonatina para violonchelo solo, la Primera sinfonía y los Cuartetos de cuerdas, la Segunda sinfonía, un Concierto para piano y orquesta, un Concertante para violonchelo y orquesta, y la obra sinfónica M-30, por encargo de la Orquesta de Minería.